Si preguntásemos a la gente:
- ¿Qué es preferible 1 millón de euros ahora, o 2 millones de aquí a 5 años?
- ¿Cuál crees que sería la respuesta mayoritaria?
¡Vaya pregunta!, ¿verdad?
Lo cierto es que he realizado una pequeña encuesta a un grupo de personas de mediana edad, y la respuesta es la que me imaginaba.
Efectivamente, la gran mayoría prefiere el pájaro en mano que ciento volando.
A decir verdad, tampoco es una decisión fácil y depende de múltiples circunstancias, como por ejemplo:
- El momento de necesidad de la persona. Probablemente aquellos que pasen actualmente por un apuro financiero, prefieran el dinero ahora.
- El horizonte temporal. No es lo mismo una persona joven, que un anciano de edad muy avanzada.
- De la garantía de cobro a futuro. Es decir, ¿quién nos garantiza que a 5 años vista alguien nos pagará 2 M€? Esto es lo que se conoce como riesgo de crédito.
- Y también depende de nuestra educación financiera, a la hora de extrapolar rendimientos implícitos.
- En definitiva depende de nuestras preferencias por el consumo presente o futuro.
Por tanto, es lógico pensar que las respuestas tengan grandes dosis de subjetividad; y como te decía, depende de la situación y circunstancias de cada uno.
No obstante, el resultado de mi encuesta no dista mucho de los experimentos que el profesor Walter Mishchel realizó por los años 60 a un grupo de niños, y que han recibido el nombre de “the mashmallow test”, que podríamos traducir como el test de la golosina.
Seguidamente explico los detalles
El Dr. Mishchel (de origen austríaco) es un experto mundial en el campo de la psicología. Actualmente afincado en los EE.UU., imparte sus clases en la Universidad de Columbia, y años atrás lo hacía en la de Standord.
Su famoso test de la golosina consiste en ofrecer a niños/as de corta edad (alrededor de 4 años), dos alternativas:
- Disfrutar de una golosina al instante, o bien,
- Esperar durante unos 15 minutos sin tocar aquella primera golosina, a cambio de poder acumular una segunda golosina después del cuarto de hora.
El resultado es que, en promedio, 2 de cada 3 niños no consiguen aguantar la espera y se comen la golosina que tienen delante; y únicamente el resto esperan todo el tiempo, logrando soportar la presión de no comerse la golosina, porque les satisface más la idea de doblar su recompensa.
Alguien puede pensar que mantener a un niño de corta edad durante un tiempo de 15 minutos ante una apetitosa golosina, es casi cruel. Seguramente que para los chiquillos les debe resultar toda una eternidad.
Lo sorprendente es verificar que existe 1/3 de niños/as que logran aguantar la tentación, todo y que algunos hacen las mil y una para ni siquiera ver la golosina (se tapan los ojos, se giran de espalda, esconden la golosina,…)
Posteriormente, y de forma reiterada, se han realizado múltiples ensayos siempre con conclusiones muy similares.
Pero lo más interesante del estudio, no es eso.
Lo absolutamente revelador fue desvelar que tras un minucioso seguimiento de esos niños, se observaron que en la etapa adulta, aquellos que más éxito habían conseguido en sus vidas fueron los que optaron por la segunda alternativa de esperar pacientemente la segunda golosina.
Es decir, el Dr. Mischel descubrió años más tarde, que aquellos que mostraron una mayor capacidad de autocontrol en sus impulsos emocionales de consumo inmediato, logrando aplazar la gratificación, son las personas más propensas a conseguir una carrera exitosa en sus vidas (ya sea en los estudios, deportes, o profesionalmente). Y lo que es más importante, manifiestan más felicidad.
«Por el contrario, aquellos infantes más impulsivos se caracterizaban por tener una baja autoestima, siendo personas menos competentes socialmente».
Este experimento demuestra que las personas que construyen su futuro con una visión a largo plazo, prefiriendo gratificaciones finales más importantes, a las de una pequeña recompensa inmediata, tienden a ser más prósperas y más felices.
Para mí es un misterio cuáles son los mecanismos cognitivos que desencadenan tales comportamientos. Pero para nuestra fortuna, no son instintivos, y por lo tanto se pueden aprender.
Todo y que este estudio forma parte de la disciplina de la psicología, tiene una gran conexión con el tema de las finanzas personales. Ya que uno de los hábitos financieros más saludables que recomendamos los consultores patrimoniales es ahorrar (para luego invertir).
Tal como he dicho alguna vez, el ahorro es la piedra angular de la riqueza. Se trata de un pequeño sacrificio actual, a cambio de un mayor bienestar futuro.
Justamente eso es lo que experimentan las personas que ahorran, las cuales son más prósperas. Pero ahora, además, sabemos de acuerdo con las conclusiones del estudio y experimentos del profesor Mischel, que consiguen mayores cotas de éxito en sus vidas y son más felices.
Para aquellos que estén interesados pueden comprobar el experimento directamente aquí: