Siempre me he preguntado, el por qué históricamente han existido dos cosas importantes que no se han enseñado adecuadamente en las escuelas. Me refiero a:
- La nutrición y buenos hábitos alimentarios, y
- Las finanzas personales
Efectivamente, ni los aspectos relacionados con la comida, ni aquellos asuntos básicos relativos al dinero; se han venido impartiendo en las escuelas con la intensidad que merecen. ¡Y ambas cosas las tenemos que manejar cada día,…, ¡cada día!
Es una constatación, al menos hasta hace un tiempo; porque lo vengo percibiendo cuando hablo con jóvenes y, sobre todo, veo cómo actúan.
Por supuesto que no es culpa de profesores ni directores de escuela o instituto. Es un problema que viene de los planes de estudio.
Una persona a quien admiro mucho, que anteriormente había tenido altas responsabilidades directivas en materia educativa, me comenta: “Ahora todo esto es diferente. Ha cambiado bastante, especialmente en lo que respecta a la enseñanza de los hábitos nutricionales, tratándose con mayor profundidad que antes”.
Si ella lo dice, seguro que es así,… en el tema alimentario; porque lo que es en el ámbito de las finanzas personales, tengo mis dudas. En este campo, lo único que se dan son sesiones puntuales a los alumnos jóvenes, que acostumbran a impartir representantes de la banca en activo (conozco varios casos), y mucho me temo que, sin querer, la formación que ofrezcan pueda resultar sesgada.
Vaya, sería por ejemplo, como si en sesiones de nutrición y buenos hábitos alimenticios viniesen gente de Mc Donalds y Burguer King a impartir sus ponencias. ¿Verdad que cómo mínimo sonaría un poco extraño y daría qué pensar? Pues en el ámbito de la educación financiera ocurre eso.
Y créeme, el llevar un estilo de vida saludable (alimentación equilibrada, ejercicio físico,…); así como el mantener unos hábitos financieros sanos, te cambia literalmente la vida.
A continuación me voy a centrar en el segundo punto, el financiero, que justamente es mi especialidad.
Saber cómo funciona el “juego del dinero” es fundamental en nuestra sociedad.
Dominar tanto el “juego exterior” (es decir, lo más tangible: evitar deudas malas, controlar el gasto, ahorrar, invertir, generar ingresos pasivos, proteger y rentabilizar el patrimonio,…).
Pero por encima de todo, dominar el “juego interior” (tus creencias, pensamientos, sentimientos, emociones,… y tu mentalidad acerca del dinero), es esencial.
Lamentablemente, mucha gente se da cuenta excesivamente tarde de las consecuencias derivadas de contraer deudas inoportunas, carecer de ahorro, mantener descontrolados los gastos, no planificar el futuro, etc.
Nadie les ha enseñado a tomar decisiones transcendentales respecto los seguros de vida, el uso de cuentas bancarias, tarjetas de crédito. Saber en qué momento es conveniente alquilar o comprar una vivienda, y cómo negociar la “maldita” hipoteca; entre otros muchos aspectos.
Quizás ahora en las escuelas se enseñan cosas “más útiles y aplicables”, pero en mi tiempo recuerdo que me hicieron memorizar los reyes godos, o cosas por el estilo. ¡No lo he tenido que emplear en mi vida!
En cambio desenvolverme con soltura en temas de dinero, lo tengo que hacer a diario. Cuando compro cosas, cuando alquilo, cuando voy al banco (por Internet), cuando me hipoteco, cuando me aseguro, cuando viajo, cuando preparo mi futura jubilación, etc. Y lo tendré que hacer mientras viva. No sólo yo, sino todo el mundo.
Y me pregunto…, de todo aquello básico para ir por la vida, ¿qué me enseñaron en la escuela o incluso en la universidad?: Poca cosa.
En alguna ocasión se me presentan casos de personas hechas (con perdón) una “piltrafa” (financieramente hablando): deudas excesivas, descontrol del gasto, escaso ahorro, nula planificación,…; pero lo peor de todo es cuando ya tienen una edad más bien avanzada (>60 años), cuando prácticamente ya no queda margen para reconducir la situación.
Necesitarían retroceder 20 años en el tiempo, para enderezar su rumbo; y eso lamentablemente es lo único que no podemos hacer: recuperar el tiempo perdido. ¡Qué lástima!
En estos casos me cuestiono…, ¿cómo le hubiese cambiado la vida a esa persona de haber recibido (y asimilado) ciertas enseñanzas simples y obvias, pero necesarias?
A veces pienso que al lobby del establisment bancario/financiero ya les va bien esta situación de escasa cultura financiera, para hacer y deshacer a su conveniencia.
Pero luego, todo ello deriva en abusos y malas prácticas bancarias, que siempre traen malas consecuencias, para todos.
Ojalá esto cambie algún día y podamos tener niveles de educación financiera como en los países nórdicos. En dónde el Estado fomente una educación financiera básica de calidad, asegurándose que los jóvenes aprendan a diseñar el futuro financiero que deseen (enfatizo la expresión aprender, esa es la clave).
Siempre que comento temas de educación, me viene a la memoria la anécdota que explica de fábula José Antonio Marina (Filósofo), al respeto de la diferencia entre enseñar y aprender. Dice así.
Un profesor de pedagogía americano comenta el primer día de clase a sus alumnos (futuros maestros):
- “He dedicado este verano a enseñar a hablar a mi perro. Está ahí fuera. Si quieren puede hacerles una demostración”
Los alumnos, con cara de perplejidad, asintieron de inmediato. El perro entró en la clase, se tumbó y el tiempo pasó sin que digiera palabra alguna. Al fin, un alumno, alzó la voz y con tono decepcionado, dijo:
- “Profesor, disculpe, ¡su perro no habla!”. A lo que el profesor contestó:
- “Cierto, muy buen observador. Yo les dije que había enseñado a hablar a mi perro. No que mi perro hubiese aprendido. No olviden eso en el futuro. Nuestra profesión no es enseñar, sino conseguir que aprendan”
Pues eso, aprovechemos todas las oportunidades que tengamos para aprender todo lo que podamos; finanzas personales incluida.