Una vez tengamos nuestras finanzas personales en orden y se genere el suficiente ahorro, el siguiente paso a realizar es rentabilizarlo adecuadamente.
Si deseamos acumular el capital necesario para garantizar nuestra anhelada jubilación, batiendo a la inflación, no hay más remedio que invertir y pasar a la acción.
Invertir para ganar es una necesidad. Y claro está, no nos engañemos, toda inversión comporta riesgos.
Recuerda la expresión proveniente de la sabiduría popular: “quien no se arriesga, no pesca”.
De tu capacidad y tolerancia en la asunción de tales riesgos dependerá el éxito o fracaso de tu actividad inversora.
En el mundo de las inversiones hay tres conceptos que son clave: la rentabilidad, el riesgo y la liquidez.
- Rentabilidad: Es el rendimiento que se obtiene fruto de aportar dinero o capital a un determinado proyecto de inversión.
- Riesgo: Es la fluctuación del rendimiento de una inversión, que incluso puede comportar la generación de pérdidas en el capital aportado.
- Liquidez: Es la posibilidad de deshacer una inversión y recuperar el capital invertido, sin incurrir en costes relevantes.
Como sabemos, las inversiones se pueden materializar en diferentes tipologías de proyectos, como por ejemplo: inversiones empresariales, inversiones inmobiliarias, inversiones en centros comerciales, inversiones en materias primas (oro, plata,…), inversiones financieras (bonos, acciones,…), etc.
Pues bien, está demostrado que la inversión que aporta la mejor combinación de rentabilidad, riesgo y liquidez de forma sostenida en el tiempo, es decir, a largo plazo, es invertir en el mercado de valores (la bolsa).
Y concretamente hablo de invertir en bolsa, y no de especular. Eso es otra cosa, más bien similar a apostar, lo cual no recomiendo hacer; muy a pesar del interés que tienen las plataformas de trading (especulación) que tanto se prodigan.
Con respecto a esto, es importante conocer sobre la creciente presencia de plataformas de contratación en mercados financieros (bolsa, divisas, materias primas, derivados,…) ofreciendo la posibilidad de ganar dinero especulando, o lo que es lo mismo «adivinando» la evolución de los precios (¡casi nada!).
Ciertamente, existe una gran similitud entre esas plataformas con el juego online, en donde el primer beneficiario del negocio no es el inversor, sino justamente la plataforma que ofrece el servicio de especulación o apuesta.
Intentan convencer a la gente de las posibilidades de hacerse rico de forma rápida, cuando esto realmente es poco probable.
Mejor lo explico con el siguiente ejemplo:
A mediados del siglo XIX se desató la “fiebre del oro” en California. Mucha gente de todos lados acudió con la idea de hacerse rico, pero muy pocos lo consiguieron de verdad.
Los que sí se hicieron de oro, fueron todos aquellos que se dedicaron a abastecer de víveres y herramientas a los buscadores del precioso metal.
Pasa lo mismo con el negocio del trading. Quien realmente se enriquece son las plataformas de trading que facilitan sus herramientas informáticas a cambio de jugosas comisiones.
Dicho lo anterior, centrémonos en las inversiones. La bolsa es la institución financiera donde cotizan las empresas más importantes, en donde los inversores pueden adquirir acciones; con la finalidad de percibir dividendos que varían en función de los beneficios empresariales generados (de aquí el nombre de “renta variable”).
A su vez, mediante los sistemas telemáticos disponibles en la actualidad, se facilita enormemente la operativa bursátil.
De manera que los inversores pueden comprar o vender sus acciones de forma ágil, inmediata y segura; disponiendo de total liquidez de sus inversiones.
Así pues, mi recomendación es que dispongas de una distribución diversificada de tu patrimonio. Pero a la vez, sugiero que una parte considerable del mismo (condicionada a tu horizonte temporal, es decir, cuándo necesitarás disponer de lo que vas acumulando), esté invertido en bolsa o renta variable (ya sea directamente o vía fondos de inversión); con la finalidad de que aproveches la combinación más óptima que existe entre rentabilidad, riesgo y liquidez.
Y ahora sabiendo esto, toma tu camino. Yo ya lo hice y tomé el mío.
Y, ¿sabes?, no me arrepiento. Fue mi decisión…
Foto: Jasper Boer®