“¿Sabes lo que me produce más placer? ¡Ver los dividendos crecer!” Así pensaba el magnate del petróleo y filántropo, John D. Rockefeller, en los albores del siglo pasado.
Probablemente, si Rockefeller levantase la cabeza y viera lo que actualmente está asolando al mundo, quizás le daría un patatús.
No sabría decirte si por la propia pandemia, por la abrupta bajada del precio del petróleo o porque son innumerables las compañías que, atendiendo a las actuales circunstancias, se ven obligadas a cancelar, suspender o posponer la distribución de dividendos. Y claro está, esto serían malísimas noticias para Rockefeller.
Al final…, siempre acaba por salir el sol
A escasos días de concluir el mes de abril, y después de seis largas semanas de confinamiento en todo Occidente (en Asia, ya lo han pasado con nota), entiendo que estamos en condiciones de atisbar el deseado inicio de la recuperación.
Lo cierto, es que los rotativos y las cadenas de noticias de todo el mundo hablan más de cómo afrontar la “desescalada” que de cualquier otra cosa.
Ya sabemos que la vuelta a la “normalidad” será gradual y progresiva, seguramente asimétrica en función de zonas geográficas y ámbitos de actividad; pero en cualquier caso, lo auténticamente relevante es que pronto nos volveremos a poner todos en marcha, estimándose de que para final de año, consigamos estar a un 95% de los niveles de actividad preCovid-19 (que no es poco), según la opinión de algunos expertos.
Esperando lo mejor, pero preparados para lo peor
Todo ello, claro está, si no nos vemos afectados por la aparición del temido re-brote del virus; atendiendo a las dudas que todavía muestra la comunidad científica respecto al conocimiento profundo del virus en cuanto a la inmunidad de las personas previamente contagiadas, la capacidad de mutación del virus, entre otros aspectos…
Es por ello, que la llamada “desescalada” hay que hacerla bien, partiendo de indicaciones claras de los gobiernos y comportamientos sensatos por parte de todos.
Entretanto, multitud de laboratorios de todo el planeta trabajan sin descanso para encontrar el preciado remedio que se muestre seguro y eficaz contra el virus, lo cual sin duda nos dará tranquilidad y alentará todavía más a la deseada recuperación de la actividad económica.
La anhelada vacuna podrá tardar más o menos meses, o incluso trimestres; pero al final aparecerá y se podrá distribuir masivamente. Por lo tanto, máxima confianza en los equipos de investigación de todo el mundo y en las empresas farmacéuticas que se encargarán de hacerlo realidad.
Bienvenida sea la “nueva normalidad”
Tal como acostumbra a pasar, los mercados suelen anticipar siempre la recuperación económica, y tras la abrupta caída sufrida por la irrupción del Covid-19 del entorno de un 30% a nivel global, vendrá sin duda la fulgurante recuperación de los mercados bursátiles y con ella más tarde, los dividendos.
Todavía tenemos ciertas incógnitas alrededor de la recuperación que tenemos en puertas, como por ejemplo: ¿Cuándo se explicitará? ¿Cuál será su duración? ¿Qué incremento de cotizaciones habrá?, etc.,…
Pero en todo caso, podemos recurrir a la historia reciente y observar todas las recuperaciones de los mercados, tras los diferentes períodos bajistas acontecidos en las bolsas, como por ejemplo: tras la gran depresión, las diferentes crisis del petróleo, los atentados del 11-S, la crisis punto.com, la gran recesión financiera, etc.
Después de la tormenta, viene la (exuberante) calma
En la siguiente gráfica se muestran todas las crisis sin excepción y la subsiguiente recuperación, y lo que se desprende de ellas es que los ciclos alcistas que devienen a los períodos bajistas, son más prolongados en el tiempo y más intensos en su desarrollo.
Los períodos recesivos bajistas están representados en línea gruesa de color rojo, mientras que los ciclos expansivos de subidas, se destacan en línea gruesa de color azul.
Es importante que observes bien esta gráfica, vale la pena volverla a mirar. La conclusión no puede ser más categórica.
Actualmente existe mucho debate sobre si la inminente recuperación económica será en forma de “V”, o quizás de “U”, o de “W”, o bien de “√”. Lo más probable es que la recuperación que ya están anticipando los mercados será errática, con cierta volatilidad, de forma escalonada,… pero al fin y al cabo, existirá RECUPERACIÓN, y con creces.
Todo lo anterior no es ciencia ficción, es pura estadística basada en hechos reales consumados. Y además, tenemos los precedentes muy recientes de lo que ha ocurrido en Asia, principalmente en China, Corea del Sud, Japón,… con la actual pandemia. En donde allí, sí que está aconteciendo una rápida y robusta recuperación.
Otro aspecto de suma importancia es que la actual recesión económica derivada de la crisis sanitaria, ha sido exógena a la economía, no endógena (como por ejemplo fue la anterior gran recesión del 2008). Es decir, la recesión económica, que a buen seguro será muy profunda, ha sido provocada por el mero hecho de que hemos parado la economía. Este es un dato fundamental.
Entrando en pista para despegar…
Por lo tanto, cabe esperar que la crisis sea tan profunda, como rápido se prevé que sea el despegue, aunque éste sea progresivo y gradual. De hecho, los motores del mercado ya se han puesto en marcha, y lo estamos observando en las pantallas de cotización. Para muestra, la siguiente gráfica relativa al Euro Stoxx 50 (el índice que aglutina las 50 empresas de la Eurozona más importantes):
Así pues, ante todo este panorama de inminente recuperación gradual de la actividad económica, lo más aconsejable es continuar invertidos, no dejar de aportar sistemáticamente nuestro ahorro a nuestra cuenta inversión y acrecentar la exposición en renta variable, en la medida de lo posible; ya que la recuperación que nos espera por delante será de órdago.
Foto: Pablo Heimplatz